miércoles, 5 de septiembre de 2012

Juegos de manos...

Días de inocencia que nunca volverán...
Mi edad apenas alcanzaba los cinco cuando la curiosidad fue más fuerte que jugar con los cientos de carritos de juguete de múltiples tamaños, formas, colores y tipos... Jugar a las escondidas nunca había sido tan divertido, sobre todo cuando era la perfecta excusa para explorar las similitudes y diferencias de nuestros pequeños cuerpos, mientras nos escondíamos en los lugares más oscuros...

Una traviesa complicidad llegaba a la escena, contradictoriamente manifestada por medio de un silencio casi sepulcral, en donde el juego no era más que estimular el sentido del tacto y satisfacer, sin deseo alguno, la curiosidad... El juego del toqueteo no llegaba ni a eso, ni a juego... No había sonidos, no había sonrisas, no había intenciones... Pura inocencia sobre lo más puro...

Los años fueron llegando, los personajes cambiando y la curiosidad permaneciendo... La necesidad de experiencia crecía a medida que otras partes de los cuerpos, más íntimas y secretas, también lo hacían... Los momentos buscaban, sin mucho éxito, ser menos banales, razón por la cual los labios se unieron por primera vez en un beso, sin mucho sentimiento, pero con una satisfacción más que completa...

Nuestros juegos siempre desembocaban en esa escena infantil con visos de adultez, cuando pretendíamos amarnos y lo único que lográbamos era tocarnos torpemente, sin dirección, sin sentimiento, sin objetivo alguno... Tal vez fue a esa corta edad en donde comprendimos la poderosa atracción que los cuerpos ejercen...

Recuerdo cuando nuestras pícaras miradas se encontraban antes de nuestras "citas", como sabiendo cómo terminaría nuestro juego de la tarde... Qué divertido resultaba cuando inventábamos que haríamos una obra de teatro y no sabíamos cómo, en medio de la tonta representación, incluir la escena en donde nos tocábamos, nos besábamos o incluso nos desvestíamos... Claramente no era tan divertido cuando alguien nos descubría, aún me da algo de susto recordarlo...

Así, como hasta los diez, concluyó mi etapa exploratoria, la que para muchos apenas comenzaba... Los escondites, armarios, baúles, camas, y varios lugares más, fueron testigos silenciosos y cómplices de esta etapa que, con más risas que vergüenza, apenas vengo a compartir...

2 comentarios:

  1. Jajajaja, me acorde de muchas cosas q me pasaron hace algún tiempo y a se parecen mucho a esas historias q narras !!! La verdad me dio nostalgia acordarme de tantas cosas @andresgarciar

    ResponderEliminar