Dejarse ir...

El vino finaliza su recorrido hasta llegar a cumplir su misión... Tus sentidos alerta ante mi inminente llegada... ¿Te preparaste? Pues no fue suficiente, es mi advertencia.

Te recorro con mis ojos, fulmino al instante cada centímetro de tu cuerpo, te deseo hoy más que nunca. Exploto con tus miradas, es indescriptible la sensación que despiertas... Qué poder tienes sobre mí, con qué gallardía arremetes, con cuánto arrojo...

Respirar es como un deseo, amar un imperativo... Dejaré que gobiernes mi cuerpo con la condición de que reinemos en nuestras almas... Prometo amarte hasta que el mismo amor lo permita; desearte hasta que mis ganas alcancen; acompañarte por todos tus caminos, construir los nuestros. 

Dejaré que mi corazón se salga de mi pecho, total él siempre sabe el camino de regreso...

Divagando...

La vida corta que grita que quiere ser vivida, el sexo y el poder gobernando el mundo, el amor relegado a una transacción momentánea, los sueños reducidos al inconsciente, las lágrimas como compañía...

Un mundo loco en el que alguien nos obligó vivir, una mentira en la vida; relaciones efímeras, amistades malentendidas... Gente que viene, gente que va; luchas internas, peleas con uno mismo; la muchas veces innecesaria puja entre razón y emoción...

Sueños, anhelos y amores; el ayer, el hoy y el mañana; el tiempo como hilo conductor de tristezas y alegrías; de sueños y frustraciones; de logros y renuncias... Tratando de encontrar al menos una constante que no sea tiempo y espacio: a lo mejor circunstancia...

Incoherencia del ahora, del momento... Las ganas de huir, de gritar, de llorar... El desconsuelo, la frustración, pero también la esperanza, la fe, el milagro esperado... Mi mente, mi verdugo, mi vida: la misma que grita...

La contradicción del inconformismo que la naturaleza nos dio como si fuera un regalo; la convivencia; el otro; yo, de nuevo el sueño y el miedo a no alcanzarlo... La energía, el dolor; el optimismo, la melancolía... Los vacíos, las rabias; el perdón y el olvido... 

El tiempo perdido tratando de ser y de no ser, el reloj que no da tregua, las excusas siempre tan dispuestas y la mayor tristeza que amenaza con hacerte mirar para atrás y darte cuenta de que no viviste la vida que siempre soñaste..

De tu cuerpo...

De tus ojos me gusta el descaro que tienen cuando me amenazan con su presencia...

De tu boca me gusta que forman la mejor sonrisa para mí...

De tus labios me gusta cuando me muerden con la intensidad necesaria para hacerme temblar...

De tu lengua me gusta su recorrido siempre desmedido...

De tu cuello me gusta lo preparado que siempre está para recibirme...

De tus manos me gusta cuando me hacen sentir sin siquiera tocarme...

De tu piel me gusta cuando se junta con la mía...

De tus piernas me gusta cuando te llevan hasta donde estoy...

De tu cuerpo me gusta... 

Herido de muerte...

Lentamente muero por dentro, es la trágica consecuencia de tu abandono... Mis ojos no encuentran foco, porque hasta eso te llevaste... Agoniza mi alma, me cuesta respirar, mis lágrimas no son suficientes. Que algo me ayude a aliviar este dolor que a cuentagotas va apagándome...

Todo es oscuridad, todo es vacío, todo es tristeza... Mi atribulado corazón no reacciona, no respira... Este dolor es demasiado fuerte y desde esta esquina fría y solitaria imploro por el alivio de mi rota alma que nunca vio venir el golpe que tenías planeado...

Herido de muerte, así estoy... Yago en el piso esperando el momento de la ausencia del aire y con la inocente ilusión de tu rescate... Qué idiota soy al pensar que volverás, qué iluso sentimiento rodea mi cabeza inerte en este caudal incesante de lágrimas...

¿Alguien quiere salvarme? Mi voluntad no alcanza para querer vivir si lo que me espera son interminables minutos y segundos sin ti. Aceptar tu partida es borrar todas las imágenes ya creadas en mi cabeza; dejarte ir es entregarle mi memoria al olvido...

Herido de muerte, me has dejado.