Había despertado con tal urgencia, que el primer rayo de luz que entró por mi retina quemó todo a su paso... Mis pies buscaron inquietos a sus vecinos, con el usual toque insinuador que pretende ganarle al amanecer...
Siento tu tímida respuesta a mis intencionales roces, veo cómo vamos compartiendo el mismo fuego que adentro nos empieza a estorbar... La calma se bajó de la cama y los cuerpos se adueñaron de la escena...
Libres de cualquier prudencia, nos saltamos las suaves caricias y le dimos paso a las miradas lascivas y fuera de control: mis dientes accionaron tu piel, tus manos golpearon mi cara; la mesura no estaba invitada a esta pelea de ganas...
Tus uñas recorrieron mi espalda con más presión de la necesaria; tus piernas se aferraron a las mías como protectoras en celo; este irracional deseo que mezcla el sudor con la emoción...
Rápidamente llegamos al punto donde se encuentran las ganas con la exaltación; los gritos sin contención y nuestras caras de placer premiaron con justicia el ego del otro... Estas ganas satisfechas de nosotros... Estas ganas...
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