viernes, 2 de marzo de 2012

Del pasado...

¿Por qué no te vas? Tu eterna pretensión de perseguirme me aburre, me aturde, me asfixia. Inevitablemente sacaste a la luz mis alcances, probaste mis límites y me hiciste sucumbir ante las decisiones erradas, hirientes, infortunadas...

Aún no sé si te llamas pasado, deseo o decisión... Reconozco que existes y aún no sé qué sigues haciendo en mi mente. ¡Qué poder tienes para arrugarme el corazón!, para aminorar mi esperanza, para traer a mi mente recuerdos que trato de bloquear, con intermitente éxito...

No entiendo la tortura de tus imágenes en mí, las lágrimas derramadas años atrás siguen protagonizando mis recuerdos y ahora ni el perdón funciona para calmar mi culpa... Soy bastante humano y si he de reconocer que erré, lo haré, pero con la condición de poder dejarte atrás, como el humo que se aleja de la caperuza en una borrasca de viento...

Muchas veces pienso que ya estás más lejos de lo que podría pensar, y que todo este círculo representa la eterna presión que pongo sobre mis hombros, como si no fuera suficiente reconocer que la reacción a mi decisión fue el dolor... 

En toda esta situación el arrepentimiento sería retórico, tu inquisitiva mirada innecesaria y las lágrimas un simple desperdicio. Lo sé, fui el malo, hice daño, traicioné el amor, y ahora ¿qué más puedo hacer?

1 comentario:

  1. Muy buena entrada, característica de un buen escritor: Que lo nacido del corazón se escriba con la razón. Saludos

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