La tristeza siempre llega sin anunciarse, ella simplemente va entrando y lo va tornando todo más gris, más silencioso, como si de a poquitos te fuera durmiendo...
Esta tristeza ya es vieja amiga, me conoce más que a nadie y tiene uno de los poderes más grandes, me hace rendir...
En su visita de hoy trajo las lágrimas que se había llevado la última vez; a ella la acompañaron la impotencia y la rabia y juntas hicieron una fiesta, con derroche de pensamientos y muecas de melancolía...
Esta noche habitará en mí, no tiene a dónde ir y a decir verdad, me haría bien su compañía...
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