Abrir mis ojos y sentirte cerca, con la complicidad de la mañana entre mis brazos; felicidad pura y tangible. Las letras más brillantes se me ocurren justo en ese momento de silencio y la sonrisa más sincera y honesta aparece a tus espaldas, sin darte cuenta...
No existe el día en que no agradezca tu presencia, tu cariño, tus consejos, la enorme tranquilidad que le aportas a mi vida... Logras confrontarme conmigo mismo y me arrastras una y otra vez a la misma conclusión, la vida sin ti no sería la misma...
Gracias por esos momentos de felicidad que le aportas a mis días... Si no existieras probablemente estaría respirando ese aire agónico que hace que la soledad sea más sola y la tristeza más triste... Uno más amargo sería si el destino no nos hubiera puesto en la misma acera...
Llegaste a sumar a la deuda que tengo con la vida, esa misma que con tu presencia se volvió impagable...
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